Potosí de noche y desde lo alto es como una "olla de papel picado" caldeándose en el frío de su altura abrumadora. Cientos de luces se divisan desde una mirada exhausta por tanto viaje pero siempre dispuesta a dejarse cosquillear por imágenes no conocidas.
Potosí de día y desde lo alto esta vez metido en el propio cuerpo, con la fuerza de mil flechas en el cráneo, que hacen sentir el poder de la naturaleza, que hacen sentirnos tan chiquitos y vulnerables a eso que nos excede por todos lados.
Potosí con su Cerro Rico y su fiebre de metal y minerales, sus calles angostísimas y veredas más aun, sus cholas en cada esquina, en cada puesto vendiendo lo que se puede y regalando colores a quien las mire.
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